Las evidencias de la relación entre los contaminantes atmosféricos y el incremento de las consultas por enfermedades respiratorias son cada vez mayores. Los contaminantes del aire producen inflamaciones que alteran los mecanismos de defensa del sistema respiratorio y pueden desencadenar complicaciones, en especial en pacientes de riesgo como los niños o en quienes ya presentan patologías respiratorias crónicas como asma o EPOC.
Las enfermedades más comunes asociadas a la calidad del aire son las infecciones respiratorias agudas, el síndrome obstructivo bronquial, el asma, la rinitis y la faringitis. También pueden verse afectados los sistemas cardiovascular y digestivo, e incluso, el aire viciado puede ocasionar problemas de la vista, de la piel y hasta algunos tipos de cáncer.
Es importante destacar que la contaminación del aire incluye mini partículas de sulfato, nitratos y hollín, que penetran profundamente en los pulmones y en el sistema cardiovascular, generando un riesgo grave para la salud. El dióxido de nitrógeno y de azufre, por su parte, puede desencadenar afecciones como el asma, comprometer la función de los bronquios y provocar insuficiencias respiratorias.
En cuanto a los niños, la Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que la polución del aire puede provocar efectos agudos como inflamación de las vías aéreas, hiperreactividad bronquial, síntomas respiratorios como irritación de nariz y garganta, consultas a urgencias, hospitalizaciones y alteraciones transitorias de la función pulmonar.
Por todo esto, resulta de vital importancia adoptar medidas en la vida diaria que permitan disminuir la contaminación ambiental y evitar que continúe ocasionando problemas de salud en las generaciones actuales y futuras.
Fecha de última revisión: 03/03/2020